Datos personales

She believed in dreams, all right, but she also believed in doing something about them.

enero 02, 2016

Marcas y cicatrices

Al final va a ser cierto eso de que siempre se vuelve. 
También es cierto que son las tres de la mañana y llevo rato acostada boca arriba en el piso de mi pieza. 
Será que el tiempo pasa, las cosas van cayendo por su propio peso, y hoy, por primera vez en mucho tiempo, me siento sola. No sola de no tener pareja, (bueno, quizás eso también); sola de que nadie me buscó para decirme que es feliz, o para preguntar cómo me fue. Para contarme que afuera llueve, que hace frío, y que hoy se acordó de mí por una canción que escuchó en la radio. 
Creo, y siempre creí, que la vida es eso: dejar una marca en las personas que más importan. Es hacerles ver las cosas a mi manera, en el mejor de los sentidos, aunque sólo fuera por un rato y luego volviesen a creer que estoy loca. Porque sí, es posible que lo esté.
Y de tanto que lo estoy, puede que sea mi culpa esto de estar sola. Puede que me haya alejado de las mejores personas en el delirio de pensar que todo es pasajero, y que lo único que queda son las marcas. Las dejé, estoy segura de eso. También me las dejaron, a veces duelen, y hoy pesan. 
A los 21 años soy un cliché de solterona de película, de las que pasan los domingos en la tele, con mil amores que no fueron, y otros que no dejé ser, con los que me inventé, también, y con mucha gente que pasó por mi vida y no supe (o no quise) mantener. 
Siempre caminé con la cabeza puesta en el futuro, como quien persigue el horizonte, llevándose por delante todo lo que se cruza, y sin fijarse bien qué va dejando atrás. Tampoco nadie se sumó. Nadie me dio la mano, ni me quiso acompañar. No sé en qué punto es o deja de ser, pero a veces cansa pensar que siempre es culpa mía. 
Sé que quise, quise muchísimo, hasta cuando no tenía que querer. Sé que nunca hice mal teniendo la intención. Que las mentiras más grandes me las dije a mí misma, a sabiendas de que son las peores. Y que sólo di la espalda cuando del otro lado no hubo nadie. 
Pero, al parecer, me equivoqué. Aún así, estoy sola. Me rodean intereses que no son míos, tengo amigos que sólo llaman si llamo, un amor que se dejó morir, y muchas personas que quise y sólo me quisieron cuando estaba bien. Mis defectos, mis locuras, mis sueños y mis problemas son sólo míos, y nadie quiso quedarse a pesar de ellos. Porque soy eso también. 
Sin embargo, ahora ese no es el punto. Cuando las marcas que se dejan son a cambio de cicatrices, entiendo, por la fuerza, que no vale la pena ser especial, que no sirve dejarse la vida en alguien más, porque las marcas se borran, las cicatrices quedan para siempre, y duelen cuando hay mal tiempo. Hoy no quiero que llames para preguntarme cómo estoy. Hoy quiero que me llames y me digas que estás bien, que afuera llueve y hace frío, y que te acordaste de mí por una canción que escuchaste en la radio.

1 comentario:

  1. Como un mensaje

    Hoy estoy (y estar en estos tiempos no es poco), soy un mensaje dentro de una botella que naufraga en el mar de la incertidumbre, en el mar la vida misma.
    Soy quizás un objetivo encerrado, hermético y paciente, que espera su desenlace.
    Un papel con sueños, con amor y con esperanza, que viaja y viaja, que no descansa.
    En mi soledad, recurrentemente, me pregunto si alguien algún día me leerá, si ese momento llegara, si serviré o me desecharan, si seré eso que quisieron leer o si verdaderamente los defraude, ¿quién sabrá?, pero por el momento solo viajo (y no es poco).
    Hoy soy solo un mensaje que dice: se fuerte, resiste, ¡no estás sola!

    ResponderEliminar